En la escasa superficie del municipio, la variabilidad de los paisajes y de los núcleos poblacionales es la norma. Sin embargo, sí pueden distinguirse tres grandes sectores en los que se distribuyen los barrios que conforman el municipio.
Taguluche
Encajado en el pequeño pero escarpado valle con el mismo nombre, este pequeño caserío con sus tradicionales viviendas de arquitectura canaria, sus numerosos bancales y un espléndido palmeral, que se estima está conformado por más de 5.000 palmeras, es uno de los rincones que encierra a golpe de vista muchas de las esencias del paisaje gomero.
Entre la historia y la leyenda, se dice que a principios del siglo XV, un barco en cuyas velas soplaban los vientos alisios sufrió una avería y se guareció en la playa de Guariñén. Allí desembarcaron sus tripulantes que, buscando agua y provisiones, “dieron en llegar hasta el barranco de Taguluche, donde encontraron abundante fruta y agua hasta el punto que algunos de sus tripulantes decidieron fijar en este lugar su residencia”. Posiblemente fuese Maciot de Bethencourt el responsable de la tripulación de dicho barco, ya que éste fue uno de los primeros cristianos que entró en contacto con la población aborigen del cantón de Orone y con los cuales mantuvo buenas relaciones durante muchos años.
Taguluche, al igual que otros barrancos con agua abundante, era un lugar de gran producción agrícola y por lo tanto uno de los territorios más codiciados por los colonizadores europeos. En el siglo XVII, se construye la ermita de San Salvador, en el acantilado por el que baja el camino desde Arure a Taguluche, “para el servicio religioso de los habitantes del valle”. La recolección de orchilla en los riscos cercanos, la producción de seda, la recolección de cochinilla y los cultivos de autoconsumo fueron las principales ocupaciones de sus habitantes hasta principios del siglo XX, en el que se incorpora con fuerza el cultivo del tomate. A mediados del siglo XX, llegaron a haber siete empaquetados de tomate, cuya fruta se embarcaba para Inglaterra por el embarcadero de Pejes Reyes, donde se hizo un pequeño pescante que funcionó hasta que se impuso el transporte por carretera.
Durante los años setenta del siglo XX, con la caída del cultivo del tomate, la población de Taguluche también entra en crisis, y actualmente el barrio es el menos poblado del municipio.
Arure y Las Hayas
En la zona más alta del municipio se sitúan los caseríos de Arure y Las Hayas. Por su situación, son barrios muy vinculados al monte, tanto que precisamente fueron algunos de sus habitantes los últimos pastores que ejercieron estas labores dentro de los montes que hoy conforman el Parque Nacional de Garajonay.
Las Hayas es un pequeño caserío, donde el monte, con sus brumas, parece querer envolver las casas tradicionales y los cultivos de frutales. También hay aquí un palmeral de palma canaria muy destacable, que según investigaciones, mantiene una pureza genética extraordinaria.
Arure es una pequeña población compuesta de dos caseríos principales que se encuentran a poca distancia: el núcleo de Arure, propiamente dicho, y el caserío de Acardece, situado en la zona más próxima al monte.
En Arure se desarrollaron, tras la conquista, intensas roturaciones que dieron lugar a una de las vegas agrícolas más fértiles de La Gomera, que en un principio fueron destinadas sobre todo a cereales. De esta época todavía es posible observar eras en la cercanía del núcleo de Las Casitas, un pequeño conjunto arquitectónico que es de reseñar por conservar la tipología original de las edificaciones.
También se implantó un destacable cultivo de viñedos, sobre todo en las tierras más próximas al monte. Arure tiene varias bodegas en cuevas que tienen su origen en la llegada de este cultivo a las islas Canarias.
También es destacable la parroquia de la Virgen de La Salud. Los orígenes de la edificación están fechados en 1510 o 1515, cuando se construyó una pequeña ermita de una nave sin sacristía ni capilla mayor. Posteriormente, en el siglo XVIII, sufrió una reforma en la que se amplió, manteniendo su aspecto actual. Aunque ha sufrido las variaciones del tiempo y de las modas, en su interior se conservan algunas piezas de carácter popular, como la talla de San Buenaventura, fechable en el siglo XVIII. También es de reseñar la original escalera de subida al campanario, que dota al edificio de singularidad.
Valle Gran Rey
Debido a la orografía del valle, los núcleos de población se han ido formando de manera semidispersa a ambos lados del cauce barranco.
En la zona alta del valle se encuentra Guadá, que realmente, más que un barrio, es un conjunto formado por once núcleos de población. Al margen izquierdo del barranco se encuentra, de arriba a abajo, el Lomo del Balo, Los Descansaderos, La Vizcaína, Higuera del Llano, El Hornillo, Chelé y Los Reyes, donde se alza la ermita de la Virgen de Los Reyes. A la derecha del mismo, tenemos El Retamal, La Rinconada, Lomo del Moral, Lomito Gámez, Las Sábilas y Los Granados.
Guadá es una caldera erosiva que conforma la cabecera de Valle Gran Rey, una profunda cuenca que recibe el agua de tres barrancos. Por la parte sur, el circo está coronado por la punta de Ajojar y la montaña de La Matanza, donde se halla el Risco de Guadá, el mayor manantial de la isla, y en el que se desarrolla una sauceda colgante. Cierra el valle por el norte el macizo del Lomo de la Laja y por el oeste el impresionante risco de Yorima.
En inviernos de lluvia es espectacular ver las tres importantes cascadas o “chorros” que vierten sus aguas en Guadá: el del Lance, cuyas aguas provienen de las montañas de Lobasco; el de los Garañones, que procede de Las Hayas; y por último el del Agua, que lo hace de los montes de El Cercado.
Guadá es un paisaje espectacular conformado por bancales, que aquí son verdaderos monumentos que permiten percibir el esfuerzo que hubo de hacer el campesino gomero para poder tener tierras de cultivo superando la orografía del tortuoso territorio de la isla. Precisamente, tras la conquista, era la zona alta del valle la que estaba más habitada (por ejemplo, La Vizcaína ya aparece citada como lugar cultivado en un documento de 1567), estando la parte baja prácticamente despoblada. La riqueza en aguas fue un factor principal para el desarrollo de una importante agricultura de autoconsumo, que aún hoy día tiene cierta importancia.
En la zona media del valle, donde confluye el barranco de Arure con el de Valle Gran Rey, se encuentran los barrios de Casa de la Seda y El Guro. Precisamente parece que fue en esta zona donde se instalaron los primeros habitantes europeos del valle, asociados a la producción de seda y al establecimiento de uno de los cinco ingenios azucareros que había en la isla durante la primera mitad del siglo XVI. La producción de seda y su tejeduría fue introducida desde el principio de la colonización de las islas y llegó a ser una actividad económica importante en las islas más ricas en agua de Canarias. Lo fue también en La Gomera y de aquellos tiempos nos llega hoy en día el nombre del barrio de Casa de La Seda. Frente, al otro lado del barranco de Arure, se encuentra El Guro, que hoy en día es un exótico barrio donde se encuentran la arquitectura tradicional canaria con una arquitectura alternativa vinculada a la filosofía hippie.
A continuación nos encontramos con Piedras Quebradas, Las Orijamas, El Picacho y La Calera. Este barrio fue el de mayor importancia administrativa y comercial del valle cuando en la costa tan solo había unas pocas casas de pescadores y talleres de empaquetado de frutas. Aquí se estableció el Ayuntamiento desde finales del siglo XIX, y a su alrededor el juzgado, las principales tiendas y comercios, y las casas de las familias más pudientes en la época del desarrollo de los cultivos de exportación. El barrio hoy día es un núcleo con un potente atractivo turístico porque ha sabido conservar parte de la arquitectura tradicional y una trama urbana que recuerda a los barrios de las ciudades árabes, con intrincadas callejuelas llenas de flores.
Hacia el mar queda toda la plataforma costera que ha conformado el cono de deyección del barranco y donde se sitúan los barrios de La Playa, Borbalán, La Puntilla y Vueltas. Es en esta zona donde más se desarrollaron los cultivos de exportación desde finales del siglo XIX hasta los años 70 del siglo XX, siendo primeramente el tomate el cultivo predominante y luego el plátano. También, por su excepcional clima, fue lugar de arraigo de otros cultivos tropicales como la papaya, el aguacate y, sobre todo, el mango.
En los barrios pesqueros, especialmente, La Playa y, sobre todo, Vueltas, la actividad pesquera se combinó con la agricultura, y el muelle de la localidad fue testigo del trasiego de pescados y cargamentos de plátanos hasta la apertura de la carretera; hoy en día la instalación portuaria está dedicada en exclusiva a la actividad pesquera y recreativa.
Fue en la zona más próxima a la costa donde más se ha desarrollado la actividad turística. Una amplia gama de instalaciones alojativas, muchas de carácter familiar, y una destacable oferta gastronómica, permiten que los visitantes puedan disfrutar de todo lo que el municipio y La Gomera ofrecen, haciendo de Valle Gran Rey su lugar de residencia durante su estancia.